Tiempo de hacer inventario
No solemos abrir el sábado, pero si a alguien le hubiera dado por pasar por la calle La Almazara el sábado pasado, se habría encontrado con trece personas trabajando en Peregrino, en vez de las cinco habituales. El sábado tocó inventario aquí en la Editorial, así que nos reunimos los de la casa y algunos voluntarios para hacer recuento en el almacén. Hace tiempo que no hacemos este ejercicio y esperábamos muchas sorpresas y también estar bastante tiempo. Pero con la ayuda de nuestro “Equipo A” cundió la mañana y, habiendo empezado temprano, todos pudimos comer en casa.
Y hubo sorpresas. Aparecieron cajas de libros que ya hace tiempo se dieron por agotados. Otras cajas estaban cambiadas de sitio, por lo cual los libros que contienen no constan en ninguna lista. Luego, nos encontramos buscando cajas que sí aparecen en el listado pero que en las estanterías hay otras cosas.
Y acabado el trabajo del sábado, es ahora cuando empieza el trabajo, por lo menos en la oficina. Es que no es suficiente contar los libros sino que hay que pasar los datos al ordenador para actualizar las fichas que tenemos. Con los datos nuevos y al día que hemos conseguido, tenemos que corregir nuestros ficheros y empezar a actuar de acuerdo con esta información actualizada. Habrá libros de los que pensábamos tener existencias pero que ahora hay que pedir enseguida. Y otros títulos que no tendremos que pedir durante mucho tiempo.
Hacer inventario en mi propia vida
Reflexionando, me di cuenta de lo conveniente de hacer inventario en mi propia vida; un examen a fondo de mi vida. Mirar bajo lupa cada rincón oscuro para ver qué hay y qué debe haber. ¿Cuántas cosas y cualidades espirituales deben estar en mi vida pero cuando miro bien o no están o debe haber mucho más? Amor por el Señor, por su Palabra, por su pueblo y por su casa. “Señor, necesito. Necesito más. Dame; ayúdame”.
Y luego están las cosas que no deben estar. Actitudes, pensamientos, palabras y acciones que no deben formar parte de la vida y experiencia de un cristiano, pero los encuentro allí para mi propia vergüenza. Cosas que llevan tanto tiempo almacenadas en mi vida que será difícil erradicarlas. “Señor, perdóname. Quita de mí todo lo que no debe estar. Haz limpieza en mí, te lo pido”.
También encuentro cosas fuera de su lugar. Estar, pueden estar. No es ningún pecado. Pero las tengo en mi lista de prioridades y quizá no deben tener tanta importancia en mi vida. La familia es muy importante, el deporte, los amigos inconversos, la televisión, el trabajo. Pero quizá estas cosas ocupan un lugar en mi vida que no les corresponde. Y si es así, ¿habrán ocupado el lugar de qué cosa? “Señor, haz que las prioridades en mi vida sean las que de verdad son prioritarias para ti. Ayúdame a poner cada cosa en su sitio”.
Hagamos de vez en cuando un inventario espiritual. Nos sorprenderán las cosas que descubramos. Y que el Señor nos ayude regularizar nuestras vidas conforme a los resultados de este inventario.
Mateo Hill administracion@editorialperegrino.com