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Pasando el testigo

Por 20 enero, 2014Sin comentarios

Pasando el testigo

Ceremonia de despedida de José Grau Balcells (1931-2014)

Tanatorio de la Ronda de Dalt (Barcelona), 17 enero 2014.

Ceremonia de despedida

En este día se dieron cita un buen número de creyentes evangélicos que se congregaron desde diferentes rincones de España. El Señor quiso regalarnos un día precioso, soleado y con buena temperatura. Conforme se acercaba la hora de la ceremonia de despedida de los restos mortales de Don José Grau, se iba llenando la sala, teniéndose que habilitar otra sala adyacente para dar cabida al copioso número de congregados.

Ceremonia bilingüe

La ceremonia fue bilingüe (castellano y catalán) siguiendo la voluntad del hermano José Grau, quien dejó por escrito cómo debía ser todo en este día. También dejó claro que no quería que se hablase de él, sino de Cristo.

Daniel Giralt-Miracle

Presidió el acto el hermano Daniel Giralt-Miracle, de la Església Evangèlica Baptista de Gràcia (Barcelona). Tras cantar el himno “Astre que jo miro” (Astro que yo miro), las hijas de José Grau realizaron lecturas bíblicas así como el conocido soneto de los místicos españoles: “No me mueve mi Dios para quererte el cielo que me tienes prometido”. Posteriormente diversos familiares procedieron a hacer singulares lecturas bíblicas de pasajes que el hermano José había marcado entre sus textos preferidos: Salmo 73:21-26; Romanos 8:28-39; Apocalipsis 21:1-7 y Judas 24-25.

Documental fotográfico

Seguidamente se pudo ver un pequeño documental fotográfico sobre la vida de José Grau, mientras se escuchaba una hermosa canción de Samuel Barceló interpretándola al piano, dedicada a José Grau.

Oraciones

La oración estuvo a cargo de David Barceló, pastor de la Iglesia Evangélica de la Gràcia (Barcelona). Tras la misma, volvimos a cantar el himno “Tan sols en tu reposo en confiança” (Tan solo en ti reposo en confianza) para posteriormente dar paso a las reflexiones bíblicas, a cargo de Pablo Martínez de la Església Evangèlica Baptista de Gràcia (Barcelona), y de José de Segovia, pastor de la Iglesia Cristiana Reformada (Madrid). El primero enfatizó el hecho de que José hubiera vivido una vida llena de la gracia de Dios. El segundo destacó la esperanza viva que José Grau y todo creyente encuentran a través de la resurrección de Jesucristo.

Sublime gracia del Señor

Tras las reflexiones cantamos de nuevo un himno, “Sublim fou la gràcia del Senyor” (Sublime gracia del Señor), para concluir con una oración de Manuel Rodríguez, pastor de la Església Evangèlica de Vilanova i la Geltrú (Barcelona), y una breve despedida a cargo del hermano Daniel Giralt-Miracle.

A los pies del Maestro

Las personalidades del ámbito evangélico que se dieron cita en el lugar fueron demasiadas como para detallarlas. Y respetando la última voluntad de nuestro hermano José Grau tan solo diremos que asistimos a la despedida de un maestro que vivió a los pies del Maestro, de un escritor que no se separó del Libro de los libros, de un editor que por amor a la obra del Señor continuó liberando ingentes cantidades de literatura evangélica desde la clandestinidad y contra todo totalitarismo.

Sólo nos resta exclamar un ¡¡Hasta pronto querido José Grau!! ¡¡Hasta la vista Javier Gonzaga!! Soli Deo Gloria.

Tomar el relevo

Las líneas antes citadas han sido tomados de un correo recibido de la Unión Bíblica de España. La verdad es que desde que recibí la noticia el jueves pasado, ha estado rondando por mi cabeza la letra de un himno. Un himno en inglés que se cantó cuando este autor junto con su esposa fueron comisionados a la obra aquí en España al salir del Reino Unido. Un himno todavía no traducido al castellano, que anima a la presente generación a tomar el relevo que nos dejan los que nos han precedido en la fe, para correr con él fielmente hasta poder entregarlo a los que nos seguirán. Lo hizo nuestro hermano José Grau; ¿seremos capaces de hacerlo nosotros?

La antorcha recibimos
de padres que en amor
sus vidas entregaron
por predicar al Señor.
La misión misma es nuestra
de proclamarle a él;
confiando en él clamamos:
«¡Oh, hazme serte fiel!».

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Mateo Hill   administracion@editorialperegrino.com

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