Hace pocos días, una amiga, profesora, puso tarea a sus alumnos de 9 años: escribir un cuento de unos dos folios relacionado con la Navidad. Al recibir las obras literarias, se puso a leer. Aparecieron los regalos, las fiestas, los árboles de Navidad, la familia, Papa Noel y todos sus renos. Pero no hubo ninguna mención de un establo, un niño, unos pastores en el campo, una virgen o su marido carpintero.
Esto es evidencia, por si hiciera falta, de que vivimos en un mundo y una España poscristianos; una sociedad que piensa, actúa, celebra y festeja sin ninguna referencia a sus tradiciones, trasfondo y cultura cristianos.
El gran problema para los creyentes es que esta actitud nos podría afectar bastante. Cuántas actividades tenemos en estas fechas, supuestamente para celebrar las Navidades, sin ninguna mención del festejado, de aquel que bajó a la tierra para subirnos al cielo. Cenas de empresa, actuaciones de los niños en el cole, comidas de amigos, fiestas de asociaciones, conciertos, reuniones familiares… y Jesús no está invitado.
¡Cuán fácil sería dejarle caer en el olvido! Sí, en la iglesia nos acordamos de él. ¿Pero fuera? ¿No es verdad que en estas fechas cuando nuestros vecinos, amigos y familiares paganos celebran su navidad, que nosotros olvidamos de nuestra Navidad? Nos olvidamos de la natividad, del nacimiento del aquel que es Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno y Príncipe de Paz.
En estas fechas de tanto comer y beber, que podamos gustar y saber que es bueno el Señor.
