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Eres lo que Lees

Por 5 septiembre, 2012noviembre 19th, 2012Sin comentarios

El Creyente es lo que Lee.

Si bien se dice que uno es lo que come, del cristiano podemos decir que el creyente es lo que lee. Y de la misma forma que el abuso o descuido en la dieta tiene repercusiones para el cuerpo, la mala práctica a la hora de leer trae sus consecuencias. ¿Y qué decir de los que no leen, si bien sabemos de las consecuencias fatales para las personas que no comen? O, peor aún, ¿qué decir si un creyente no tiene nunca apetito para leer? ¿Qué nos dice de su vida espiritual?

Al igual que hay que cuidar de la salud, cada creyente tiene la obligación de cuidar de su salud espiritual. Una parte importante de la dieta espiritual, además de la vida de iglesia y las devociones personales, es alimentarnos con la lectura: una lectura sana, equilibrada y variada. No nos conviene leer cualquier cosa, ni siempre el mismo autor ni el mismo género de libros. Hay muchos creyentes que leen tres o cuatro libros a la vez, pero cada libro de un tipo diferente: teología, devocional, biografía o historia, incluso secular. Otros van alternando. Sea como sea, al final de un año su chequeo médico literario diría que mantienen una dieta equilibrada.

Si mantenemos la metáfora de la alimentación, podemos ver cómo la lectura nos proporciona bastantes beneficios espirituales que no debemos desperdiciar. ¿Cuántos padres han dicho a sus hijos: “Si no comes, no te harás grande”? Es que la lectura nos ayuda a crecer. Es más, sin leer no crecemos. Qué triste es conocer a un creyente que tiene años en la fe pero por desgracia sigue con los primeros pasos, no ha crecido. Le falta conocimiento, sabiduría, juicio y discernimiento.

Y cuando el creyente ya he logrado cierto nivel de madurez, llega el momento del ‘mantenimiento’. Buscar y elegir libros que le ayuden a guardar la línea y mantenerse en la trayectoria sin salirse ni a la derecha ni a la izquierda, y no poner algunos ‘kilitos de más’: esa grasa de formas de pensar que realmente no nos conviene pero nos cuesta deshacernos de ella.

Una alimentación sana nos fortalece las defensas. La vida cristiana no es un camino de rosas, quién piensa que sí no ha entendido bien el evangelio. Vienen los problemas, contratiempos y hasta ataques a nuestra vida. Es inevitable. Y la solución reside en estar fuerte y preparado con las defensas bien en alto. El mismo Señor se enfrentaba a las tentaciones citando de un libro, en este caso el Libro.

Un cristiano ‘sano’, bien alimentado por una lectura correcta, va a poder vivir la vida de otra forma, con más seguridad. Además, un creyente así que pasa por el comedor de la lectura cada día, contribuye muchísimo en la vida de la iglesia. En vez de andar de forma debilitada y con necesidad de una atención pastoral personalizada, está equipado para ayudar a alimentar a otros de la congregación. De lo que ha leído y le ha hecho bien, quiere que sus compañeros en la congregación disfruten también. Además, una iglesia que disfruta de una mayoría de miembros bien alimentados es una iglesia que libera a su pastor para dedicarse más a la Palabra, y es una iglesia que tiene la salud y la energía para alcanzar al inconverso con el evangelio.

Hermano, no se te ocurriría pasar más que varias horas sin comer, mucho menos varios días, semanas o meses. ¡Anímate! ¡Aliméntate! Decide leer, decide leer más. Con solo leer unas páginas al día, al mes habrás leído un libro entero. Y al años serán doce libros. ¡Cuánto crecerías! ¡Cómo notarías el cambio! Así serías lo que lees.

 

Mateo Hill

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