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Dios no está en la onda

Por 20 octubre, 2015Sin comentarios

Dios no está en la onda

El titular decía: «Algunos científicos pretenden erradicar la fe en Dios a través de la ciencia», y el artículo de prensa contaba lo siguiente:

El diario británico Telegraph informa que algunos científicos han afirmado que son capaces de reducir la creencia en Dios por la dirección de la fuerza magnética en el cerebro.

Los científicos de la Universidad de York y un equipo de la Universidad de California, Los Ángeles, (UCLA) realizaron un minucioso experimento donde estudiaron y manipularon la parte del cerebro que está relacionada con la detección y solución de problemas. La mitad de los participantes recibieron una baja cantidad de energía magnética que no habría afectado a su cerebro. La otra mitad recibió suficiente para una menor actividad en la parte posterior corteza frontal medial.

Aquellos cuya área del cerebro fue momentáneamente cerrada reportó un 32.8 por ciento menos de la creencia en Dios, ángeles o el cielo.

“La gente a menudo recurre a la ideología cuando se enfrentan a los problemas”, dijo el Dr. Keise Izuma, de la Universidad de York, Departamento de Psicología. “Queríamos saber si una región del cerebro que está relacionada con la solución de problemas concretos, como decidir cómo mover el cuerpo para superar un obstáculo, también está involucrada en la solución de problemas abstractos abordados por la ideología, en este caso religiosa”. (Fuerza Latina Cristiana)

Termina el artículo con estas palabras: «El autor pretende ir más lejos con esta clase de experimentos; y afirma que hay una gran posibilidad de erradicar la idea de la existencia de Dios y desligar ese pensamiento y sentimiento del ser humano a través de la ciencia y su evolución».

¿Cómo reaccionar ante estas noticias?

¿Cómo debo reaccionar como creyente frente noticias como estas, que son cada vez más frecuentes?

Primero, las palabras «queríamos saber» me suscitan dudas. Ahora bien, entiendo que la investigación científica consiste en tener una idea, una hipótesis, y luego hacer experimentos para probarla o rechazarla. Pero a la vez, es importante no caer en la trampa de buscar, buscar, y seguir buscando hasta que se encuentre la «prueba» que uno busca. Jesús mismo dijo, aunque en otro contexto, claro, «buscaréis y hallaréis».

Cabe decir, o por lo menos sugerir, que hay una gran diferencia entre una prueba y unos indicios que apoyen la idea de que podría ser o haber sido así.

A la vez, y muy relacionado, hay que tener mucho cuidado con las presuposiciones. El artículo da la impresión de que los investigadores «saben» de antemano que Dios no existe, que es un producto de la imaginación humana. De ser así, habría que cuestionar la objetividad de la investigación.

Dejando a un lado la forma de la investigación, miremos un poco las conclusiones. Lo primero sería notar que hay una gran diferencia entre «erradicar la fe en Dios» y erradicar a Dios. Dios no depende para su existencia de la fe del hombre. No es cuestión de hacer que el hombre deje de creer en Dios para afirmar que ahora Dios no existe. Lo intentaron los albanos durante la guerra fría –«Dios no existe en Albania»– y nos parece tan ridículo hoy como lo era en aquel entonces. ¿O es que Dios existe más si más personas creen que existe, y luego existe menos cuando su popularidad decae?

Creer en Dios no es sinónimo de la religión: hasta los demonios creen y tiemblan (Stg. 2:19). La fe genuina es mucho más que una creencia en que Dios existe. Al igual que es mucho más que una muleta para los tiempos de dificultad, o un as en la manga frente la muerte. El evangelio no es simplemente un traje antibalas, no es un pase vip para evitar el Infierno y volar directamente al Cielo.

Dar la gloria a Dios

No, el evangelio es principalmente dar la gloria a Dios en mi vida. Es reconocer la gloriosa santidad y justicia de Dios cuando Él me declara pecador y demanda mi arrepentimiento. Es sumergirme en su gloriosa misericordia para recibir el perdón alcanzado por su Hijo en la cruz. Y es vivir para la gloria de Dios hasta que me lleve a su eterna gloria.

¡Y esto no deja de ser verdad por que unas ondas magnéticas pasen por mi cerebro!

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Mateo Hill   administracion@editorialperegrino.com

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