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¡Ay de mí!

Por 9 noviembre, 2022Sin comentarios

Todos los que se encontraban en la playa escucharon las palabras de mi sobrina de tres años: «¡Mamá, necesiiiiiiiiiiiiiito beber agua!». En ese momento sentía una necesidad tan urgente que no podía sino anunciarlo a todo el mundo. Algo parecido pasa con el apóstol Pablo en 1 Corintios 9:16: «¡Ay de mí si no anunciare el evangelio!».

Pablo ha sido acusado de no ser un apóstol de verdad (9:1), en parte porque no pide apoyo a la iglesia de Corinto para ejercer su ministerio. Pablo responde que el no pedir apoyo no es por falta de derecho, cosa que Pablo defiende en este pasaje, sino por elección propia.

Y como colofón a su defensa, Pablo afirma que, para él, predicar el evangelio no tiene que ver con si le pagan o no, sino que es una necesidad: «¡Ay de mí si no anunciare el evangelio!». Si leemos con cuidado lo que el apóstol escribe después, podemos encontrar siete razones por las que Pablo sentía necesidad de anunciar el evangelio.

1) Anunciar el evangelio es algo que le ha sido impuesto (v. 16), lo tiene como una obligación, una comisión que le ha sido encomendada (v. 17). Pablo se considera como un mayordomo en una casa que vive para hacer la voluntad de su amo, sin considerar sus propios deseos. Y según lo que ya ha escrito en el primer capítulo de esta carta, quien gobierna sobre su vida es Cristo (1 Co 1:17).

2) Anunciar el evangelio tiene mejor «recompensa» que lo meramente económico (vv. 17, 18). Poder anunciar el evangelio gratuitamente, un evangelio que no tiene precio, es bastante «galardón». Pablo necesita este precio, esta recompensa espiritual y no monetaria. Por eso dice que le importa poco si le pagan o no.

3) Pablo siente una obligación moral (v. 18b) de anunciar el evangelio: no predicar, anunciar, compartir, sería abusar del gran privilegio de haber recibido el evangelio.

4) Pablo necesita «ganar» gente para Cristo (v. 19), que es mucho más importante que simplemente ganarse la vida, o ganar económicamente.

5) Pablo es consciente de que todos necesitan el evangelio (vv. 20-22). Fueran judíos o gentiles (no existía otro tipo de persona en el mundo), todos eran débiles e insuficientes. Hay tanta urgencia y una necesidad tan grande, dice Pablo, que haré «cualquier cosa» (nota que Pablo habla de su persona, su conducta, y NO de su mensaje); la necesidad es tan universal que necesito predicar. No puedo hacer otra cosa.

6) La gente necesita la salvación (v. 22). Es que están perdidos, es cuestión de vida o muerte. No podría no anunciar el evangelio. Si veo a uno que se ahoga en el mar, necesito ayudarle, sin más.

7) Cuando Pablo, en el versículo 23, dice «por causa del evangelio», nos hace entender que para él el evangelio en sí requiere que se anuncie. El mensaje es tan maravilloso, tan sorprendente, tan escandaloso, tan necesario, tan maravilloso, tan glorioso que le obliga anunciarlo a otros.

Amigo, ¿has entendido el evangelio como Pablo lo entiende? ¿Realmente sientes que anunciar el evangelio es una necesidad para tu vida? ¿Dirás con el apóstol: «¡Ay de mí si no anunciare el evangelio!»?

Peregrino tiene una buena selección de libros para ayudarnos en esta gran comisión de anunciar el evangelio.

Mateo Hill

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