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A contracorriente

Por 3 agosto, 2023Un comentario

Cruzando un puente en San Sebastián hace pocos días, vi algo que no recuerdo haber visto antes. Estábamos justo en el punto exacto donde el río Urumea se encuentra con el mar del Golfo de Vizcaya. Aguas dulces que nacen en las lluvias que caen en Leiza (Navarra). Tras 57 km discurriendo por monte y valle, y recibiendo agua por un buen número de afluentes, llega con un buen caudal para desembocar en el mar Cantábrico.

Al cruzar el puente, a la derecha tenemos el río, con sus 75 metros de anchura; y a la izquierda el mar, con la marea subiendo y las olas que acompañan al flujo de la marea. Y allí lo tenemos: el punto de encuentro entre mar y río, agua salada y dulce, agua que baja y agua que sube; agua tranquila y agua oleada.

Me quedo mirando, observando las dos fuerzas acuáticas, viendo como el agua del río parece chocar contra las olas para quedarse parada, sin poder avanzar a causa del poder del mar. ¿Cuántas veces en mi vida me siento como el agua de aquel río? Como cristiano he sido llamado a ir a contracorriente, contra la marea del mundo, para llegar a mi destino celestial, a casa de mi Padre. Cuando me encuentro con el mundo en contra, la poca fuerza mía parece no poder hacer nada, que no puede avanzar, que mi debilidad no puede contra el mareante poder del mundo.

¡Pero no es así! El río sí que llega al mar, porque si no los caudales de los ríos se llenarían para inundar todos los sitios por donde pasan. Y los mares se vaciarían al no recibir el agua necesaria para mantener el ciclo hidrológico. El creyente, por débil que esté, a pesar de tener una fe de poco caudal, sí avanza contra el mundo. Superará la marea del mundo para llegar a la ribera lejana donde le espera aquel que pisoteó las olas del mar, y en la cruz venció al mundo.

Señor, hay tantas veces que me encuentro sin ánimo, que no puedo más y me parece todo inútil; que no avanzo, y que el mundo me va a arrastrar por sus olas mareantes. Ayúdame, Señor, a fijar mis ojos en aquel que ya ha vencido al mundo. Y dame fuerzas para seguir hacia ti, firme en la convicción de que tú me harás llegar a la orilla celestial. Amén.

Un comentario

  • Antonio dice:

    Buenos dias hermano, gracias por esta estupenda reflexión en la que me veo reflejado yo perfectamente. Gracias al Señor por su fuerza y animo para seguir adelante. Amén.

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