Un dios best seller
El martes llegó otro manuscrito a mi correo electrónico. Digo «otro» porque me llegan constantemente. En una semana se me pueden ofrecer hasta cuatro textos para publicar. Parte de mi trabajo es filtrarlos todos para quedarnos con aquellos que podrían ser interesantes. Como podrás imaginar por el ritmo de producción de Peregrino, muy pocos pasan la criba. Todos los que vienen acompañados de un correo lleno de errores ortográficos van directamente al cubo de la basura, seguido por los que el autor recibió por revelación directa en un sueño.
Algo diferente
El manuscrito que me llegó el martes era diferente. El libro, cuyo título no puedo recordar, ya que estamos ubicados en la tierra del Quijote, ha sido publicado en inglés. La editorial, cuyo nombre se me escapa, Sancho, nos lo ofrecía como best seller para editarlo en español. Siendo una editorial con quien no solemos trabajar, abrí el manuscrito para ojearlo rápidamente. Enseguida me topé con frases como las siguientes: «…sermones acerca de la abominación de la homosexualidad»; «¿Qué tipo de dios hace que un hombre se sienta inmundo por el hecho de amar a otro hombre con toda la ternura y entrega que yo siento hacia mi esposa? ¡Ningún dios que yo pueda reconocer o con quien quisiera tener trato, eso te lo aseguro!».
Reinventando a Dios
No os aburro con más, ni mucho menos quiero entrar en el tema de la homosexualidad, ya que lo hemos comentado aquí hace poco, pero al seguir leyendo y encontrarme con frases como «en el ámbito pastoral, constantemente tengo que ayudar a las personas a reinventar a Dios» me di cuenta de que el libro representa mucho de lo que encontramos en la iglesia de hoy en día.
Un dios diferente
«Necesitamos un dios diferente, una visión de Dios diferente, que impacte en el corazón y mente de las personas del siglo 21». Cuántas veces lo hemos oído, y no solo fuera de la iglesia, sino dentro también, que tenemos que renovar, que es necesario recordar los tiempos y la cultura donde vivimos; que es cierto que Pablo escribió tal cosa pero eso fue hace 2000 años y en una cultura completamente diferente a la nuestra. No me malinterpretes. Siendo inglés afincado en España he tenido mis propias luchas con la adaptación cultural. Pero cuando hablamos como si Dios y su revelación hubiesen pasado de fecha y como si hiciera falta una versión de Dios para cada cultura y tiempo, creo que nos alejamos del evangelio una vez revelado a los santos.
Sentimientos y emociones
«¿Entonces en que tipo de Dios creo?… Esto es lo que quiero revelar en este libro: no con argumentos filosóficos y teológicos… ni por simplemente citar los credos y dogmas cristianos, sino mayormente por mirar a como experimentamos (cursiva por el autor) a Dios en nuestras vidas y en nuestro mundo». Aquí vemos otro error muy común en nuestros tiempos. Queremos partir de la base, no de lo que oigo a Dios decir en su Palabra, sino de lo que me dicen mis sentimientos y emociones. Como me pone triste pensar en que Dios castiga a las personas, vamos a decidir que Dios no necesita castigar a nadie. Y de esta forma creamos a un dios a nuestra imagen y semejanza, que seguramente es un peluche enorme, un abuelo bonachón, pero no tiene nada que ver con el Dios que se ha revelado en la Biblia.
Dogmas a la carta
«Ahora creo que… la auténtica blasfemia es… cuando condenamos a secciones enteras de la humanidad porque no creen lo que creemos acerca de Dios». Según el autor lo mejor es ponernos de acuerdo en el tipo de dios que queremos de tal forma que el mínimo número posible se quede fuera. Hablamos de la teología del consenso, de la inclusión máxima. Lo que vence es la voz de la mayoría, como si se sometiera todo a votación. Pero en la doctrina no hay democracia; más bien la teología es una teocracia. Es verdad que en la historia encontramos esos grandes concilios, pero lejos de elegir libremente sus dogmas a la carta, lo que se hacía era someterse juntos a la Palabra de Dios. En muchas ocasiones, por no decir siempre, la historia nos muestra un pueblo remanente, en minoría, pero fiel. Tenemos que resistir la tiranía del «vox populi».
¿Nada que ofrecer?
El autor comenta que en una ocasión alguien le preguntó por qué solo va la gente a la iglesia en Navidad, a lo que responde: «Quizás sea que es el único momento en que tenemos algo que ofrecer que ellos de verdad quieren». Es decir, como cristianos tenemos que formular nuestro mensaje conforme a los deseos y caprichos de los hombres. Es cuestión de oferta y demanda. O sea, la comercialización del evangelio. No es tan importante lo que nosotros queremos decirles sino lo que ellos quieren escuchar. Según esta forma de pensar lo que tenemos que hacer es moldear nuestro mensaje e imagen a lo que el hombre cree que necesita. En vez de estudiar la teología sería mejor sacar un Masters de Marketing.
No es oro todo lo que reluce
Así que, este es el tipo de enseñanza que nos ofrece un best seller cristiano hoy día. Quién sabe si libros así producen la iglesia que vemos, o si es que la iglesia produce estos libros. Son enseñanzas atractivas y persuasivas, de hecho hay muchas personas que se han dejado persuadir. ¡Cuánta sabiduría hay en el refranero español, al decirnos que no es oro todo lo que reluce!
Por cierto, por si cupiera alguna duda, ¡el manuscrito no pasó la criba, por muy bien que estuviera la ortografía!
Mateo Hill mateo@editorialperegrino.com