El otro día me llamó mi padre por teléfono. Era una llamada breve, simplemente para comentarme que en la tele echaban una película, por si la quería ver. Normalmente cuando me llama para eso me pregunta si quiero que la grabe, pero en esta ocasión era diferente. Es que yo estoy ahora en su casa en Inglaterra durante tres semanas, y él está en España de vacaciones (¡me asegura que no se ausentó a posta!). Así que su idea era que yo viera la película, ayer lunes por la tarde; cosa que hice.
Mi padre sabe que me encantan las películas inglesas de los años cincuenta y sesenta. Películas de comedia, y muchas veces en blanco y negro. Sin efectos especiales generados por un ordenador, y sin aquella música escrita para vender discos, son películas entrañables que le permiten a uno perderse durante una hora y media en un mundo inocente y divertido.
Título
La película en cuestión de ayer se llamaba Heavens Above, (“Santo Cielo” en castellano aunque dudo de que se haya traducido). El actor principal era Peter Sellers, más famoso por ser el accidentado detective en la versión original de la serie de películas de La Pantera Rosa. Se trataba de un pueblo pequeño donde es destinado el Reverendo Smallwood (Peter Sellers) como vicario de la iglesia parroquial anglicana. Este hombre intenta ayudar a los más necesitados del pueblo frente a los abusos de una familia adinerada y su empresa farmacéutica. El clérigo encuentra problemas cuando hace lo que la gente no espera: intenta aplicar lo que dice la Biblia. Incluso tiene problemas con la jerarquía de la Iglesia Anglicana.
Mensaje
Que yo sepa, Peter Sellers no era creyente, ni los productores de la película tampoco. Sin embargo, dentro de un contexto de comedia, la película tiene un mensaje importante. La señora adinerada se ve desafiada por el pastor, escuchando varias veces las palabras “la Biblia dice” y “Jesús enseñaba”. Hasta tal punto que la encontramos una noche sacudiendo el polvo de su Biblia familiar y leyendo en el Sermón del Monte. Acto seguido ve la necesidad de usar su dinero para ayudar a los pobres y hasta de abrir su mansión a mendigos y vagabundos.
Reflexión
Después de noventa minutos, cogí el mando, apagué el televisor y me quedé pensativo. Es cierto que era una película de risa, y que había algo de burla en ella. Pero a la vez, ¿cómo es que no somos más directos en vivir nuestra fe? ¿No es verdad que espiritualizamos las enseñanzas bíblicas, quitándoles su poder? ¿No es verdad que nuestra fe y nuestra forma práctica de vivirla es tal que no choca, no llama la atención, que no nos mete en problemas? ¿Cuántas veces la gente escucha de nuestros labios palabras como «La Biblia dice», «Jesús enseñaba» o «a Dios no le gusta eso»? Claro, esas palabras pueden ofender. Especialmente en un país como España donde tenemos aquellos que creen que saben cómo ser cristiano, y que no tiene nada que ver con Jesús o la Biblia; y otros, seguramente la mayoría, que creen completamente irrelevante lo que diga un libro escrito hace dos mil años.
También es verdad que yo ofendo a las personas, pero aunque soy creyente, no se ofenden por mis creencias. Sino más bien por mi actitud pecaminosa, mis palabras críticas, porque no soy muy agradable, y a decir la verdad a veces soy un poco asqueroso. Quiera Dios que si vamos a ser de ofensa, que sea por vivir el evangelio, por actuar conforme a lo que enseñaba nuestro Señor, y por ser hombres y mujeres de la Palabra.
Mateo Hill mateo@editorialperegrino.com