Reseña escrita por David Vergara y publicada originalmente en la revista Edificación Cristiana, Nº269, mayo-agosto 2015, p. 33:
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Discursos a mis estudiantes. C. H. Spurgeon. Editorial Peregrino. Moral de Calatrava, 2013.
Hace unos 35 años mi padre adquirió un ejemplar de “Discursos a mis estudiantes” a cargo de C.H. Spurgeon, era una edición de la Casa Bautista de Publicaciones prologada por Luis Palau. Este libro era uno de esos pocos escogidos que todo estudiante que se preparaba para predicar algún día debía leer, no sólo por los consejos homiléticos, sino porque conseguía llegar al corazón de cualquier estudiante. No era una mera explicación acerca de cómo predicar, sino que enseñaba a vivir como siervo de Dios a través de la experiencia del propio Spurgeon. Al cabo de los años, creo que sigue siendo uno de los mejores libros que se pueden leer.
Hace unos días descubrí una nueva edición a cargo de la Editorial Peregrino que al margen de publicar nuevos libros, se empeña en mejorar todo lo que se ha traducido al castellano anteriormente sobre todo de autores clásicos y lo cierto es que ¡lo consiguen! Por tal motivo, si eres uno de los afortunados que conservas la edición anterior con un motón de frases subrayadas en diversos colores, tras repetidas lecturas que han dejado tu deshojado libro en estado un tanto lamentable, estás de enhorabuena, porque esta nueva edición mejora la anterior en todo, ampliándola no sólo con un montón de imágenes de la época de Spurgeon para entender mejor el contexto, sin con dos nuevas secciones inéditas en castellano. Por tal motivo, se ha pasado de 335 a 797 páginas. ¿Cómo es posible esto? La edición original en inglés constaba de 4 secciones, y por lo que se ve, sólo se había traducido la primera. Ahora se incluyen dos secciones más, y la tercera tiene algo de la cuarta en inglés porque está tenía una bibliografía de la época que ha quedado anticuada.
Una de las frases que están subrayadas en mi edición anterior es la siguiente: “Una piedad sincera y verdadera es necesaria como el primer requisito indispensable. Sea cual fuere el –llamamiento- que alguien pretenda haber recibido, si no ha sido llamado a la santidad, puede asegurarse que no lo ha sido al ministerio”. Dicho de otra manera, “El que un predicador del Evangelio sea ante todo participante de él, es una verdad simple, pero al mismo tiempo una regla de la mayor importancia”. “Los hombres se esforzarán en ser como vosotros, si vosotros os esforzáis en ser como Dios”. Es tan necesario escuchar a Spurgeon para revisar nuestro estado como predicadores en nuestros días…
Spurgeon toca todos los temas importantes para aquellos que son conscientes de que “agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación”, aquellos que predican a Cristo crucificado (1 Co. 1:21,23). En estas páginas se hablará del llamamiento, la oración, la elección del pasaje, la voz, la atención del auditorio, el Espíritu Santo, la predicación al aire libre, el objetivo de la conversión, el uso de ejemplos, y tantas otras cuestiones de una forma clara y cálida sin ambigüedades y con una profundidad difícil de alcanzar. Posiblemente, estamos ante el mejor manual de Homilética que se pueda adquirir.