¿Naciones unidas?
Cuando uno lleva tiempo fuera de su pais, al regresar a su tierra natal después de un tiempo fuera no nota nada más que cambios. Llevo fuera de mi patria más de 23 años y cada vez que vuelvo veo más y más cosas cambiadas. Carreteras nuevas que han aparecido de la nada, políticos que son más jóvenes que uno mismo, programas de televisión con estrellas desconocidas, palabras nuevas y argot que te hace sentir que hablas otro idioma. Cada vez que vuelvo a las Islas Británicas me siento un poco más extranjero, como pez fuera del agua.
Asumir los cambios
Pero de todos los cambios que he visto, el más grande estuvo a punto de suceder el jueves pasado. La mayoría de los cambios se pueden asumir con más o menos facilidad, ¡pero que se te lleven parte de tu nación, esas son palabras mayores! Es que no me entra en la cabeza la idea de coger un avión a mi tierra y que al llegar allí le falte todo el trozo del norte. Desde pequeño nos enseñaron que el Reino Unido se compone de Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda del Norte. Si el jueves pasado me quitan la tierra de la gaita, ¿qué sería lo siguiente? ¿De repente dos más dos no sumarán cuatro? ¿El palacio de Buckingham lo trasladan a la Isla de Man? ¿Bruselas dictará que los británicos tienen que cerrar todas las tiendas de fish and chips para convertirlas en hamburgueserías?
Las separaciones
Pero al final, todo se ha quedado en un susto. La tierra de Braveheart ha vuelto del borde del precipicio. El crudo sigue siendo británico, los submarinos no tendrán que trasladarse al otro lado del Mar Irlandés, y no habrá necesidad de reconstruir La Muralla de Adriano.
No me malinterpretes: si la mayoría se hubiese decidido por dejar la Union, yo el primero en abrirles la puerta. Igual como en una casa o un equipo de fútbol, si uno de los componentes decide irse lo que no se puede hacer es retenerlo bajo llave. Puede uno tener dudas sobre la sabiduría de la separación, pero al final cada uno tiene derecho de vivir y actuar como mejor le parezca, naciones incluidas.
Constantes transformaciones
Claro que Escocia no es el único lugar del mundo donde corren aires de separación. Los canadienses tienen Quebec, los belgas a Flandes, y ¿qué decimos de nuestra querida España? Todos hemos visto al mapa de Europa transformarse en los últimos veinte años, cosa que se queda reflejada en este bastión cultural llamado Eurovisión.
Nuestra dirección
Hay muchas personas que se preocupan por dónde viven. Recuerdo un cliente nuestro cuando trabajé por la compañía telefónica británica antes de venir a España. Al vivir en la frontera entre dos condados su dirección postal no correspondía a su dirección física, y recuerdo como insistía que enviáramos sus facturas por correo a su dirección física y no a su dirección postal.
Nuestro Rey
Sin embargo, hay muy pocas personas que consideran el importante tema de dónde van a vivar una vez abandonada esta tierra. Descuidan por completo su futura patria, nacionalidad, bandera y himno nacional, encerrándose en disfrutar al cien por cien de todo lo que les rodea en la tierra donde están, aquí y ahora. En cambio, los creyentes peregrinamos por esta tierra buscando nuestra patria, sabemos que nuestra ciudadanía está en el cielo, tenemos una bandera sobre nosotros que es amor, y anhelamos aquel día cuando, reunidos con nuestros conciudadanos delante de nuestro Rey, alcemos nuestra voz para entonar nuestro nuevo himno:
Digno eres de tomar el libro
y de abrir su sellos;
Porque tu fuiste inmolado,
y con tu sangre nos has redimido para Dios,
De todo linaje y lengua
y pueblo y nación;
Y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes,
y reinaremos en la tierra. (Apoc 5:9-19)
Tierra de Emanuel
Que seamos un pueblo marcado por mantener nuestros ojos en aquella nueva y gloriosa tierra; y que busquemos convencer a los que nos rodean de doblegar sus vidas delante del Rey Jesús, y acompañarnos a la «Tierra de Emanuel».
Mateo Hill administracion@editorialperegrino.com