Al escribir estas líneas estoy a pocas horas de emprender un viaje al Reino Unido. Un viaje que me resulta parecido al cambio de año que tenemos dentro de pocos días.
Lo primero que se me ocurre es que igual que mi viaje, que es algo que he hecho un montón de veces, casi no nos damos cuenta del cambio de año. Lo hacemos casi sin pensar: llega otro año, igual que hace 365 días. Es poco más que acostumbrarme a escribir 2023 en vez de 2022.
Pero claro, se me ocurre también que ningún viaje es como el último. Vuelas con otra compañía aérea. Las normas del equipaje han cambiado otra vez. ¿Tenemos que llevar mascarilla esta vez? ¿Por qué nos han pasado por esta terminal donde no hemos estado antes? Y cierto es que el 2023 no va a ser como el 2022. No podría serlo. No todos los años se celebran las mismas bodas o entierros. No siempre se va al mismo sitio de vacaciones, coincidiendo con la misma gente en el hotel. No sufrimos el mismo resfriado en las mismas fechas. Y nunca celebramos el mismo cumpleaños todos los años. Para este año nuevo ya tenemos planificadas algunas cosas, quizás muy diferentes a las que hemos hecho en este año. Un viaje especial, una boda, un nacimiento, comprar una casa o cambiar de coche.
Y también es cierto que en los viajes surgen dificultades y problemas imprevistos. Surgen retrasos, contratiempos, hay colas en facturación y casi no llegamos al avión, el vuelo lo desvían por niebla del destino original, el coche de alquiler no está preparado… La verdad es que un viaje, por sencillo que sea, está lleno de incógnitas. Igual que un año nuevo por descubrir. Por muchos planes que podamos hacer, realmente no sabemos todo lo que va a acontecer. Algunas cosas agradables, y otras no tanto.
Menos mal que no entramos en el año nuevo solos, sino que tenemos a alguien que nos acompaña en cada momento. Es más, él es quien organiza todo lo que acontece, y las cosas que él hace son buenas en gran manera. Para los que le aman, todas las cosas ayudan a bien. Algunos se ponen muy nerviosos ante a la necesidad de viajar. Y viajar hacia el futuro en un nuevo año desconocido podría inducir muchos nervios también. Pero para el creyente no, porque es hijo de Dios, y ha oído las palabras de su Padre amante que le dice al principio de Isaías 43: «No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú. Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti. Porque yo Jehová, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador».