No necesariamente las vidas más largas son las más productivas en el Reino de Dios. Bakker murió con solo cuarenta y seis años pero consiguió grandes cosas para Dios.
Nació en Holanda en 1919; quedó huérfano a una edad muy temprana y fue criado por unos familiares. Desde muy joven mostró gran interés en el estudio de las Escrituras y más tarde se hizo ministro de la Iglesia Cristiana Reformada de Holanda. Tuvo dos pastorados cortos, en Huizen y Dreibergen, antes de que su vida terminara abruptamente por cáncer.
Los que le escucharon predicar decían que tenía un tremendo don de comunicación y testificaban de su estilo sencillo pero profundo. Escribió solo en holandés, pero los hispanohablantes debemos estar agradecidos por la traducción de su obra Orad sin cesar en nuestro idioma, ya que gracias a ella podemos disfrutar de la riqueza de su obra y profundizar en nuestra vida de oración.