¡Parece que llevo días viviendo dentro de una hoja de cálculo! Creo que he soñado con celdas, columnas, filas, sumas y porcentajes. Cada vez que termino una serie de cálculos, se me ocurren otros que creo que me podrían ayudar. Y así la hoja sigue creciendo… si quisiera ver todos los datos a la vez necesitaría acoplar mi ordenador al televisor de casa.
Cuando comenté lo que quería hacer con mi amigo Javier Santos de Editorial Andamio, el hombre sopló fuerte y se reía: «Yo ya hice algo muy parecido hace unos meses, Mateo, y es un lío».
Lo que pretendo es hacer una lista de precios para nuestros libros en el extranjero. Estamos a punto de lanzarnos a la distribución y venta por impresión bajo demanda en diferentes países de América latina. Un cliente pide un libro, lo imprimimos en su país y le llega en cuestión de días. Nada de enviar un paquete desde España. Nada de esperar tres o cuatro semanas para que se le entregue. Nada de pagar los costosos portes para cruzar el Atlántico.
¿Pero qué precio ponemos a los libros? No sirve el precio de España porque los precios de aquí dependen de muchos factores locales, en especial el precio de imprimir libros aquí. Además, cuesta más dinero por unidad imprimir un ejemplar que 200. La empresa que nos ayuda con la plataforma y la logística necesita recibir su comisión por el servicio prestado. Y para complicar más la cosa, cada país tiene precios diferentes para imprimir el mismo libro; en esto estamos a merced de la situación económica de cada lugar.
¿Vale la pena pasar tanto tiempo en rascarse la cabeza, entonces? Porque, incluso esto de poner los precios es solo una de las partes de un proceso (aún sin acabar) de preparar los libros para imprimirse fuera de España, que incluye subir los distintos archivos, datos, e información a la plataforma logística.
La idea es que, dentro de poco, nuestros títulos estarán disponibles en Argentina, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Honduras, México, Nicaragua y Estados Unidos. Y este avance es algo que llevamos tiempo buscando. Cuando inviertes tiempo y dinero en editar un libro, es de sabios querer rentabilizar el libro al máximo y que llegue al máximo número de lectores posible. También queremos vender más libros, no con el afán de amasar más dinero en las arcas de Peregrino, sino para poder seguir editando más libros de calidad. Más ventas también se traduciría en más empleados para atender mejor todo lo que requiere una obra como Peregrino.
Pero, lo más importante, de verdad, es el deseo de servir mejor a la Iglesia de Cristo en todo el mundo hispanoparlante. Estamos llamados a ayudar a los creyentes a crecer en la fe; a proveer materiales a las iglesias para extender el mensaje de la salvación; y ofrecer herramientas para los pastores que domingo tras domingo suben al púlpito para alimentar al redil.
Así que sí vale la pena. Seguiré con mi tarea. Pronto espero contaros que he terminado y que muchos más hermanos nuestros ya puedan disfrutar de los libros de Editorial Peregrino. Me voy a encerrar de nuevo en mis celdas…