¿El día de coches?
Recuerdo que, cuando niño, a veces oía la expresión jurídica “el día de autos”, y me preguntaba: ¿Qué tiene que ver la justicia con los coches? Con el tiempo llegué a comprender que se refería al día en que se cometió un acto (auto) delictivo.
Pero el término “auto” es también un útil prefijo tomado del griego y que significa “a sí mismo” o “por sí mismo”. Su uso es una gran ayuda para hacer menos complicado el lenguaje. Es mucho más sencillo decir “autocompasión” que “compasión de uno mismo”; decir “autoestima” que “estima de uno mismo”.
«Autoabuso»
Sin embargo (en parte por influencia del inglés y su profusa utilización del prefijo self-, que equivale a auto-), el uso de dicha partícula se está convirtiendo en un abuso que a veces resulta no solo innecesario sino redundante y hasta ridículo. Es absurdo decir, por ejemplo, autolavarse, pues el “auto” ya está reflejado en el “se”.
Simplificación
En tiempos de la Transición en España se oyó mucho hablar de las leyes, las libertades, etc. que el pueblo español “se había dado”. En épocas anteriores se habría dicho que “se había dado a sí mismo”, y a algunos nos costó trabajo adaptarnos a la nueva terminología. Sin embargo, la nueva expresión supuso una simplificación muy acertada de la farragosa expresión anterior, que felizmente quedó superada. Ahora, sin embargo, con el “auto” se está volviendo a unos pleonasmos que parecían ya superados.
En el terreno teológico resulta, por ejemplo, una redundancia decir (como oímos o leemos a veces) “autojustificarse”: con justificarse ya es suficiente, pues se sobreentiende que lo hace uno mismo. Claro que, con auto o sin auto, justificarse no solo puede ser un pecado, sino hasta una herejía.
Demetrio Cánovas director@editorialperegrino.com
Este artículo pertenece a la serie “La Palabra y las palabras“