De los santos y la salvación
Un buen día durante el siglo tercero después de Cristo un sacerdote cristiano, huyendo de los soldados romanos, llega a la ciudad de Verulamium donde se refugia en la casa de un tal Albano. Viendo este el testimonio y la vida del sacerdote decide abandonar sus dioses romanos y convertirse al cristianismo. Las autoridades romanas descubren el escondite del sacerdote pero al presentarse en la casa de Albano encuentran solo a este con el hábito del sacerdote, habiendo este huido disfrazado con las ropas del recién convertido.
Primer mártir
Llevado ante el juez, se dicta que Albano debe sufrir el mismo castigo que esperaba al sacerdote si de verdad se había convertido al cristianismo. Albano contestó con las palabras «Yo adoro y venero al Dios vivo y verdadero, creador de todas las cosas»; palabras que sirvieron para condenarle a ser decapitado y convertirse en el primer mártir cristiano de las Islas Británicas.
En la catedral
A pesar de ser un británico de pura cepa, el presente autor solo descubrió esta historia hace una semana. Estando de visita la semana pasada en Inglaterra para asistir a las conferencias de la misión que nos apoya para servir en España, una tarde nos llevaron a la ciudad de Verulamium, hoy día St. Albans (San Albano). Dentro de la Catedral de la ciudad, un edificio interesante en sí, recogí una hoja donde cuenta la historia, algunos dirían leyenda, del protomártir. Al dar la vuelta a la hoja me encontré con una pregunta muy gratificante –¿Eres un cristiano?– con un texto que reproduzco a continuación:
¿Eres cristiano?
A lo mejor este edificio te parece un lugar hermoso. Puede ser que aprecies su historia, su arte y su arquitectura. Quizás disfrutes de la música coral en los cultos. Pero si no entiendes lo que hay en el centro de todo lo que hacemos, no has entendido nada.
Hace unos 2000 años Dios nació como un hombre, Jesucristo. Compartió nuestra vida humana, y enseñó con mucho poder acerca de la justicia, la verdad, el perdón y el amor. También nos enseño que Dios nos hizo a todos para ser sus hijos e hijas, para vivir eternamente en amor con Él.
Jesús fue ejecutado por los religiosos de su día porque fue una amenaza para su autoridad. Pero tres días después reapareció vivo, primero a sus amigos, y después a muchos. Les mandó llevar su promesa de la vida eterna a todo el mundo.
Los cristianos intentamos seguir la forma de vida que Jesús enseñó, pero no lo hacemos solos, sino que Él sigue estando con nosotros. Cuando nos comprometemos con Él, Él pone su propio Espíritu en nosotros para ayudarnos a vivir conforme a su manera. Cuando nos bautizamos, somos lavados de nuestros pecados y se nos promete la vida eterna. Al congregarnos en la iglesia para compartir la Eucaristía, Él se entrega a nosotros en el pan y el vino consagrados, y nos envía como su cuerpo al mundo para hacer su voluntad.
Esta catedral y todo lo que hay en ella solo existe para proclamar estas verdades. Si quieres saber algo más, ven a un culto aquí, o pide a hablar con alguno de los clérigos. Hay también grupos especiales para adultos que quieren saber más de la fe cristiana. Ven y descubre el verdadero enfoque de este sitio – y de todo lo que hay.
El evangelio caricaturizado
¡Qué timo! ¿No lo pude creer! Lo que había empezado tan bien, ¿cómo podría terminar tan mal? Hay que aplaudir el deseo de hacer que la gente desvíe la vista desde lo histórico y cultural hacia lo espiritual. Pero que caricatura del evangelio nos presentan. Un evangelio truncado, inadecuado, anti-bíblico e ilegítimo. ¿Desde cuando se ha podido predicar el evangelio sin la justificación, sin la sustitución, sin la sangre y sin la propiciación? Un evangelio así ha dejado de ser evangelio, se ha convertido en otra cosa.
No bajar el listón
!Cómo tenemos que cuidar del evangelio que predicamos! ¡Cuán fácil es bajar el listón bíblico y teológico a la hora de declarar nuestro mensaje! Queremos que el mensaje se reciba bien, queremos quedar bien con la gente, queremos seguir siendo amigos; y así entra la tentación de retocar el mensaje, de pulirlo y hacerlo apto para consumición humana. Así quitamos las tripas, el corazón y el meollo de nuestro mensaje.
El gran problema es que un evangelio sin corazón es un evangelio que simplemente no funciona. Es un evangelio que no salva.
Mateo Hill administracion@editorialperegrino.com