Cerrado por vacaciones
Cualquier amigo nuestro que haya visitado nuestra página web en estos últimos días habrá visto el anuncio de que las oficinas de Editorial Peregrino permanecerán cerradas los días 2 al 25 de agosto. No es que no haya trabajo por hacer sino, como es lógico, el personal necesita tomar sus vacaciones anuales. Los psicólogos recomiendan que cuidemos de los tres descansos que necesita el ser humano: el diario, el semanal y el anual. Así que, aprovechando que muchos de vosotros estáis de vacaciones y que baja considerablemente el número de pedidos a atender, los trabajadores tomaremos unos días para descansar y recargar las pilas para poder volver en septiembre refrescados y con ganas de seguir sirviendo a todos nuestros clientes.
Está bien que uno tome vacaciones y descanse. Incluso nos recuerda la gracia de Dios, dado que solo necesitamos vacaciones en un mundo caído donde la dureza y el cansancio asociados con el trabajo forman parte de la maldición y el castigo por el pecado del hombre. ¡Qué bueno es Dios al permitirnos disfrutar de algo que forma parte de un castigo!
¿Iglesias de vacaciones?
Hablando de las vacaciones, la semana pasada un amigo pastor me comentó que se había quedado perplejo, por no decir horrorizado, al ver que una iglesia conocida suya iba a colgar el cartel de «Cerrada por vacaciones» durante 15 días en agosto. Claro, por un lado se puede entender que, en una iglesia pequeña cuando se marchan fuera de vacaciones muchas personas a la vez, la cosa se pone difícil para poder celebrar un culto. Los que hemos pertenecido a iglesias pequeñas, incluso pastoreado congregaciones de un numero reducido, lo hemos vivido y lo entendemos.
Pero por otro lado, entendemos el horror de este hermano. Dado que la tarea principal de la iglesia no es proveer una vida social para sus adherentes, sino predicar el evangelio a un mundo perdido, ¿qué percibimos de una iglesia que cuelga el cartel de «Cerrada por vacaciones»? ¿Es que durante agosto los pecadores no necesitan escuchar el evangelio? ¿Y si algún pecador bajo la convicción de pecado osara pasar por una iglesia que se ha ido de vacaciones, le decimos que haga el favor de volver dentro de quince días cuando estaremos encantados de atenderle?
Vacaciones de la fe…
Y para rematar la faena, ¿qué pasa con los creyentes que se van de vacaciones y toman un descanso de la fe? ¿Cuantos creyentes toman las vacaciones y cuando llega el Día del Señor no buscan una iglesia donde congregarse? No tienen deseo de conocer otra parte de su familia, no sienten la necesidad de alimentarse mediante la predicación, creen que no pasa nada si desatienden de los medios de gracia. ¡Qué gusto es conocer a más creyentes y saber de ellos y poder compartir lo que el Señor está haciendo en otros rincones de su viña!
¡Qué bueno que no tengamos un Dios que se vaya de vacaciones! Recordamos la burla de Elías a los profetas de Baal cuando este no contestaba a las oraciones de sus profetas: Quizás está de viaje. Pero nosotros, los hijos de Dios, aun en tiempo de vacaciones, tenemos un Dios que «ni se adormecerá ni dormirá» (Sal. 121:4).
¡FELICES VACACIONES!
Mateo Hill administracion@editorialperegrino.com