Recuerdo mi primera Semana Santa en la iglesia en Santa Cruz de Mudela. Era el año 94, mi primero en el pastorado. Me pasan la lista de los cultos en Semana Santa, y veo que entre jueves, viernes y domingo me tocaban cinco reuniones. «¿Os habéis olvidado del sábado?» Pregunté, pero mi sarcasmo no les decía nada.
¡Cinco cultos! ¡Uf! ¡Socorro! «A ver, explicadme esto —les digo—, ¿por qué tantos cultos? ¿No son días de vacaciones, fiestas y relax?». «Ah —me dijeron—, tú no lo entiendes —Correcto—. Es que eres inglés —Premio—. Te lo tendremos que explicar —A eso iba—. Es que cuando la iglesia empezó, y la iglesia estaba llena de nuevos creyentes, los misioneros pusieron muchos cultos en semana Santa; tantos cultos como procesiones, para que así nadie cayera en la tentación de volver a sus antiguos caminos». Y así empecé a comprender el asunto; ¡y a preparar mis cinco sermones!
Así que una Semana Santa al estilo protestante. El jueves pensando en Getsemaní; el viernes por la mañana la Mesa del Señor y por la tarde sobre la muerte del Salvador; y el domingo dos cultos centrados en la resurrección.
Al pasar los años me enteré de que no todas la iglesias en España son así, todo lo opuesto. Algunos dicen que la Semana Santa es algo de la Iglesia romana y por eso hay que ignorarlo. O que es algo impuesto por los hombres, por el calendario eclesial, y no necesitamos que los hombres nos digan cuándo celebrar la muerte y resurrección de Jesús. ¿Por qué limitarnos a dos días del año cuando tenemos todos los 52 domingos para celebrar y recordar? Otros cogen estos días como fiesta para organizar un retiro o un campamento. Y todo esto está bien.
Sin embargo, no todo lo que hace el hombre está mal. Muchas de las cosas de antes se hacían por algo. Es que somos muy dados a olvidar. ¿No es verdad que teniendo 52 domingos en el año, casi nunca hablamos de la resurrección de Cristo? ¿Cuándo fue la última vez que cantaste uno de estos grandes cánticos de la resurrección? ¿Te acuerdas del último sermón sobre la resurrección?
Bueno, no abogo por que volvamos a llenar la semana de cultos. Pero sí por tomar unos minutos o una hora aparte, para contemplar de nuevo aquellos acontecimientos tan transcendentales. Ve a tu biblioteca y coge un libro que te lleve a la cruz, y te haga pasar por la tumba vacía. Busca el antiguo himnario y lee de nuevo la poesía de los himnos en las sección sobre la muerte y resurrección de Cristo. En estos días, vuelve a leer los últimos capítulos de los Evangelios.
No dejemos que la Semana Santa nos cierre los ojos para no ver a nuestro Salvador.
Mateo Hill
director@editorialperegrino.com