Adiós Hannah
El viernes de la semana pasada nos despedimos de una persona muy importante para nosotros, Hannah Wright. No siempre fue nuestra amiga, pero se ha convertido en ello durante los últimos tres meses. Hace tan solo doce semanas no la conocíamos, solo habíamos «hablado» por Facebook, correo electrónico y Skype. Pero después de pasar una temporada con nosotros, se ha ganado un sitio importante en nuestro corazón.
Una inglesa en La Mancha
Hannah está estudiando español y francés en la Universidad de Liverpool, por cierto, una universidad donde enseñaba el hispanista Edgar Allison-Peers a principios del siglo 20, traductor de los místicos españoles al inglés y pariente del presente escritor. Como parte del curso, Hannah tenía que pasar seis meses fuera, en la cultura cuyo idioma está estudiando. En vez de buscar un trabajo, nuestra amiga Hannah quiso usar su tiempo para servir al Señor de alguna forma, y por eso ha pasado tres meses con misioneros en Francia y otros tres aquí en Editorial Peregrino, en un lugar de La Mancha de cuyo nombre, en este caso, nos es grato recordar, Moral de Calatrava, vamos, ¡más representativo de la cultura española, imposible!
Trabajo y voluntad
Ya hemos hablado en otro blog de algunos de los trabajos que ha hecho nuestra incorporación inglesa, pero vale la pena destacar lo último que ha hecho, que ha sido preparar la nueva categoría de «Mercadillo» en la tienda de nuestra web, donde se puede encontrar libros con defectos, ejemplares sueltos, títulos descatalogados y «books in English», todos a precio de saldo. Sí, Hannah ha trabajado mucho y duro, y siempre con una grande y buena voluntad.
Los voluntarios
¿Qué haríamos sin los voluntarios? Estas personas que contribuyen de forma desinteresada a nuestra sociedad con su tiempo, o con su dinero y o con su energía. Sea en Protección Civil, Cruz Roja, la Asociación Española Contra el Cáncer, Médicos sin Fronteras, etc., por no decir en la iglesia local. En una entidad donde normalmente solo cobra una persona (el pastor o misionero), se suele encontrar a muchas personas sirviendo.
Simples espectadores
Aunque siempre hay los que prefieren, como en la vida en general, ser simplemente espectadores. Están en la iglesia por lo que pueden recibir, como consumidores, como los que entran en el supermercado, cogen lo que quieren y luego vuelven al refugio de su casa.
¿Cuanto tiempo dedicamos a las cosas del Señor?
Dios nos ha dado 168 horas cada semana. Entre el trabajo y la cama van más de cien, pero quedan muchas horas para nuestro uso y disfrute. La cuestión no está en tener o no tener tiempo –lo tenemos– sino en cómo usamos este tiempo. Dedicamos tiempo a la familia y el hogar, que está muy bien. Y luego, vienen los amigos, el deporte, los pasatiempos… ¿Pero cuanto tiempo dedicamos a las cosas del Señor? ¿En un día, en una semana, en un año?
Gracias Hannah
«Gracias Hannah por tu visita, por tu trabajo, y por tu entrega. Esperamos que tu manera de usar el tiempo para el Señor sea un ejemplo no solo para admirar sino para seguir».
Mateo Hill director@editorialperegrino.com