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¡Gratis!

Por 7 septiembre, 2023Sin comentarios

Tacaño, pesetero, de puño cerrado, ahorrador, rácano, mezquino, agarrado. Adjetivos todos, y a veces usados para describir mi persona. Me gusta el ahorro, una buena ganga, las rebajas son lo mío. Muchas veces compro de segunda mano para ahorrar. No sé si es un fallo genético, pero creo que viene de criarme en una casa pastoral donde cada gasto se miraba con lupa.

El otro día tuve que buscar un programa para controlar mejor la producción y venta de libros en Cuba. Como buen mayordomo —este es mi sinónimo personal de tacaño— empecé a mirar entre los programas gratuitos. Sale una lista muy larga en mi buscador. Y, claro, me topo con el problema de que «gratis» no significa gratis.

Algunos aparecen, imagino que por astucia de los dueños, aunque no sean gratuitos. Entras para examinar el programa, todo parece perfecto, pero cuando pinchas en descargar, te explican las opciones de pago.

Otros salen gratis, pero solo durante el primer mes de prueba; después, a pagar. Hay otros que ofrecen una descarga gratuita pero luego cada mes hay que pagar una cuota.

Varios me servían perfectamente, excepto que en la versión gratuita solo me permitían registrar 10 libros. Otros me regalaban el programa, pero solo con prestaciones básicas, muy básicas; cualquier cosa extra se pagaba.

Había los que me ofrecían todos los servicios gratis, pero no me regalan el programa, tenía que hacer todo en línea, quedándome a expensas de las conexiones a internet en todo momento.

Y cuántas veces me animé al ver que todo era perfecto, solo para ver un mensaje que decía: «No disponible para tu sistema operativo».

Me quedé pensando que algo parecido pasaba con la salvación que las religiones «regalan». En cambio, la salvación por gracia que Dios revela en su Palabra es totalmente gratuita y no hay que pagar nada por ella.

No es una salvación de duración limitada, sino eterna. Tampoco es una salvación regalada que haya que mantener funcionando mediante continuas obras nuestras. Dios no ofrece una salvación básica con opciones de pago, como si nos regalara evitar el infierno, pero el gozo y el cielo fuesen para los que contribuyan con sus obras. En el plan de Dios, no hay intermediarios de mi salvación, no hay ninguna iglesia, santo o virgen, de quien dependa mi acceso a mi Salvador. Y gracias a Dios, su salvación es apta para todos, no solo para un determinado grupo, cultura o tiempo. Como dice Jesús en Mateo 10:8, «de gracia recibisteis».

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