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La sala de trofeos celestial

Por 7 julio, 2023julio 11th, 2023Sin comentarios

Notamos la emoción en su voz. «Y ahora podéis pasar a la sala de trofeos». Estábamos en el estadio Johan Cruyff, campo del Ajax en Ámsterdam, lugar que se conoce como la cuña del «Total Football» y que nos dio aquel maestro con el balón que no tenía nada que envidiar a Pelé, Maradona, Messi o Ronaldo.

Estoy en Ámsterdam con Desiring God, en un encuentro de los colaboradores que trabajan en la traducción del material de John Piper. Más de 50 personas de todo el mundo, todos envueltos de alguna forma en la publicación y edición de los sermones, libros y artículos del primer hedonista cristiano.

Y durante la conferencia nos organizaron, entre otras cosas, un viaje al estadio del Ajax. Durante unas horas dejamos a John Piper, un maestro de la palabra (no he escuchado a nadie leer las escrituras como él), y lo cambiamos por un maestro del voetbal.

Vimos los cambiadores de los futbolistas; tomamos nuestro lugar en el pasillo para después salir al campo como si se tratara de un partido de Champions; nos sentamos donde los directores del club; nos hicimos una foto de grupo en la sala de prensa. Y luego llegamos a la sala de trofeos.

Una sala segura, con sus vitrinas y luces, un lugar para lucir las glorias y las vivencias de equipos que han ganado muchos premios, dentro y fuera de Holanda. La verdad es que impresiona. Trofeo tras trofeo que declara a todos los que entran ahí: «Mira lo que hemos hecho; mira quiénes somos».

Y en este momento de contemplar las glorias de Ajax, mi mente trajo a la memoria Efesios 2:6-7: «Y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús».

Hay otra sala de trofeos, donde el Maestro, el Señor de Señores, declarará por toda la eternidad: «Mira lo que hice en la cruz; aquí se ve mi gracia, mira cómo soy». Y allí estaremos, tú y yo, los trofeos de Jesús.

¡Pero espera! ¿Qué es eso? El trofeo de la liga holandesa, la Eredivisie, del año 2010-2011 tiene un aspecto extraño, está dañado. Dicen que cayó de las manos del portero (!) en la cabalgata de celebración y pasó por encima el autobús que venía atrás. Y así se mantiene, pisoteado, doblado, machacado, para que todo el mundo lo vea.

¡Pero no será así en el cielo! Es verdad que muchos, todos, llegarán a las puertas del cielo con las marcas de un viaje muy duro. Pisoteados, imperfectos, y gastados por todo lo que nos ha pasado. Pero ahí en la puerta, el Maestro nos dará la bienvenida —bien, buen siervo y fiel— y en ese momento, en un abrir y cerrar de ojo, seremos transformados. Todo golpe que nos haya dado el mundo, cada arañazo a causa de las saetas de Satanás, cada imperfección por el maltrato a manos de nuestros enemigos; en un pestañeo, el Maestro lo quitará. Y con una última pasada del trapo de pulir, nos colocará en la vitrina que tiene reservada para nosotros.

Y cuando, después, otros entren en aquella gran sala de trofeos, el Maestro dirigirá su mirada hacia nosotros para contemplar nuestra perfecta y brillante forma, reflejando la luz de su gloria, y todos proclamarán: ¡Aleluya, gloria a Cristo!

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