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Hace poco tuve que hablar en una entrevista de los libros que más me habían llamado la atención en mi vida cristiana. Siendo solo una pregunta dentro de una entrevista más extensa, me limité a hablar de dos libros: En sus pasos – ¿Qué haría Jesús? de Charles M. Sheldon y Avivamiento de Brian Edwards.

El primero es una obra de ficción que imagina qué podría pasar, primero en la vida individual y después en la iglesia o la sociedad, si a la hora de tomar decisiones pensáramos en qué haría Jesús. Sería fácil buscarle pegas al libro, pero no podemos eludir el mensaje general de tomar en cuenta siempre la voluntad de Dios.

El segundo, es un libro histórico que podría parecer un cuento. Creo que fue el primer libro que leí como obrero en España. El autor, Brian Edwards, me llevó por multitud de escenarios para ver de cerca los diferentes avivamientos ocurridos durante la historia de la iglesia. Y se me quedó grabado en la mente y el corazón que un Dios que ha hecho cosas así en el pasado podría volver a hacerlas hoy, aquí.

Pero hay más libros que podría haber mencionado. El primer libro «de mayores» que leí fue El Progreso del Peregrino de John Bunyan. Supongo que tendría unos doce años al leerlo, como si fuera un libro de fantasía que grababa una serie de cuadros imborrables en la imaginación tan fértil de un adolescente. ¡Cuántas veces vuelvo a esta galería de cuadros al buscar ilustraciones para mis sermones!

Recuerdo el primer libro que compré: una concordancia. No era de las más grandes o completas, pero me servía para ayudarme a indagar en la Palabra de Dios. Las concordancias se usan cada vez menos, con la llegada de Google y Biblias electrónicas, pero lo que no debe disminuir son mis ganas de seguir profundizando en las Escrituras.

No puedo terminar sin mencionar un último libro. Tendría unos 20 años cuando leí Decision Making and the Will of God (La toma de decisiones y la voluntad de Dios) de Garry Friesen. Como muchos alrededor mío, daba vueltas buscando aquel conocimiento místico de la dirección divina, convencido de que para hacer la voluntad de Dios tenía que saberla de antemano. Pensaba que era necesario escuchar ese silbido interior diciéndome: «Este es el camino, anda por él»; y si no llegaba, era cuestión de recurrir al sistema «Gedeón» y echar mis vellones de lana delante de Dios para que me indicara el camino a seguir. Argumentando siempre desde un marco reformado y aferrándose a la soberanía de Dios, Friesen me enseñó desde las Escrituras que podía usar el sentido común santificado. Una frase que se me quedó grabada, quizá una paráfrasis mía, fue: «Amar a Dios y dar el paso más lógico que se presenta». Según Friesen, si Dios nos da los deseos del corazón, ¿por qué no amar a Dios lo mejor que podamos y luego hacer lo que queramos? Si se presentan dos alternativas que no son pecado en sí, sigue tu corazón, no te vas a equivocar. Total, un libro que me ayudó, y sigue ayudándome mucho.

Los libros que leemos nos marcan. ¿Cuáles libros han marcado tu vida? Déjanos un comentario en el Facebook de Peregrino: (https://www.facebook.com/EditorialPeregrino), así podemos animarnos todos.

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Mateo Hill   administracion@editorialperegrino.com

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