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La letra roja

Por 13 enero, 2016marzo 1st, 2016Sin comentarios

Una visita a Marruecos

Es un secreto a voces que a Mateo le gustan los libros. Sí, me encantan. Y cualquier oportunidad de estar entre ellos, de verlos, manejarlos o hablar de ellos es aprovechada al máximo.

Tengo un buen amigo que vive en el norte de África, en un país musulmán. A él le encantan los libros también. El fin de semana pasado estuve con él en su casa, y podéis imaginar cómo sería la conversación. Libros, libros, y más libros.

Una tarde estuvimos paseando por la medina y vimos algunas librerías. No había más remedio que parar y mirar. Libros en diferentes idiomas, de diferentes temas, libros para niños, libros para religiosos. Una de las tiendas se dedicaba exclusivamente a vender el Corán. En su versión original, el árabe clásico, y en diferentes traducciones que, por no ser reconocidas como el Corán por estar en otro idioma, se presentan como un «ensayo del Corán». Y no solo ediciones nuevas, sino también ediciones antiguas, incluso algunas escritas a mano.

Corán con letra roja

Entre estas últimas encontré una que tenía algunos reglones en rojo. ¿Podría ser que los musulmanes hayan copiado esta costumbre cuestionable de los cristianos de tener algunas palabras de su libro sagrado en rojo? ¿Podrían ser las palabras de Mahoma, que quedan resaltadas?

Pero esa no era la explicación, según mi amigo. Es que la tinta roja era sangre, sangre de la persona que había pagado la edición. De hecho, me contaba, Saddam Hussein encargó a los mejores caligrafistas una copia del Corán escrita con su propia sangre. Todo el libro sagrado en letra carmesí.

La Biblia escrita con la sangre de Cristo

¿Y una Biblia entera en letra roja? Para mí, sería mejor que las que destacan solo ciertas palabras, ya que toda la Biblia, cada palabra, es palabra de Jesucristo, Dios el Hijo. Incluso, de alguna manera, toda la Biblia ha sido escrita con la sangre de Cristo. Es la Palabra de las buenas noticias de Dios, el evangelio de remisión de pecados, que solo es posible por el derramamiento de la sangre preciosa del Señor Jesucristo.

Ningún creyente, por muy folclórico que fuera, pensaría que escribir la Biblia con su propia sangre le añadiría valor a esta, sino justo lo opuesto, le restaría; mucho menos al evangelio mismo. Todo lo que añadiéramos al evangelio solo serviría para contaminarlo y quitarle toda su eficacia para salvar al pecador.

La vida cristiana no es fácil

Aun así, nosotros, los creyentes, los hijos de Dios, como Biblias andantes que somos, llamados a vivir el evangelio en el día a día delante del mundo, sí tenemos que estar dispuestos a entregar nuestra propia sangre para que la Palabra llegue a todos. Testificar por Cristo puede ser costoso. En algunos países puede costar la sangre, la vida. No hace tantos años los misioneros usaban ataúdes para transportar sus enseres al campo misionero, sabiendo que lo más probable era que murieran allí.

¿Cuánto me cuesta testificar de Jesús? ¿Estoy dispuesto a pagar más? ¿Hasta mi propia vida? Otros lo hacen para difundir la falsedad. Los que conocemos la verdad, ¿podríamos hacer menos?

 

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Mateo Hill

director@editorialperegrino.com

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