El fútbol depende
Sería extraño que se pasaran estas seis semanas sin hablar de fútbol. Ha llegado el mes y medio en que se ponen a temblar la mayoría de las mujeres. Cada cuatro años el balompié se apodera de nuestros televisores, desplazando a las «valiosísimas» telenovelas y programas de chismorreos y famosillos. El fútbol se convierte en el mayor tema de conversación, aun entre personas que no suelen hablar, y menos de deporte.
El rey destronado
Esta semana pasada, cuando España estaba más pendiente de la caída de Xavi Hernández I que de la coronación del Felipe VI, el «sí podemos» se convirtió en «otro año será». Aunque es doloroso recordarlo, aun para este inglés afincado en la península ibérica, que la selección española no se ha clasificado para octavos de final, ni mucho menos se ha cubierto de gloria. Un equipo que ha ganado todo en los últimos seis años, dependía de sí mismo para clasificarse, ganando a dos de sus tres rivales. Pero perdió sus dos primeros partidos, y no le quedaba ninguna opción. Volverá a casa con las manos vacías.
Dependiendo de sí mismos
Para ser equitativo, mi equipo, la selección inglesa, vuelve a casa antes de lo esperado también. Igual como España, dependiendo de sí misma, perdió sus dos primeros partidos. A diferencia de los guerreros de Vicente del Bosque, Inglaterra seguía con posibilidades de clasificarse, ganando su último partido y dependiendo de los resultados de los otros equipos. Pero al final, Costa Rica ganó a Italia, y nuestro gozo en un pozo.
El valor de los logros
Es que depender de sí mismo es una cosa, pero depender de otros es aun más difícil. Uno no controla lo que hacen los demás. No te puedes fiar del otro. Por eso, es siempre preferible no depender de otros, de terceros. Si te vas a caer, decimos, mejor caerte por tu propia cuenta, y no porque otros te hayan fallado. Además, ¿no es mejor salir adelante en esta vida por tu propio esfuerzo, que por haberte beneficiado de las acciones de otro? Así por lo menos lo vemos cuando miramos los logros ajenos, sea en el fútbol, o en los negocios o en la vida en general. Incluso, si una persona o una selección avanza en base a depender de los demás, esto devalúa sus logros.
Pero no todo depende de nosotros
Pero tenemos que tener cuidado como cristianos. No todo en esta vida depende de nosotros, y mucho menos nuestra salvación. No, nuestra salvación depende cien por cien de otro, de Dios, y no por eso será una salvación barata que carezca de valor. Cuando al final entramos en la gloria, será un triunfo de lo más maravilloso. No habrá nadie que diga que realmente no vale porque lo ha hecho otro. No, por haberlo hecho Cristo es aun más glorioso, y no menos.
Dependemos de otro
Y será un triunfo seguro. Vamos a llegar «al final», al cielo, a la presencia de Dios. Y lo sabemos, no porque seamos los mejores, sino precisamente porque dependemos de otro. Nosotros confiamos en Él, y Él no nos fallará.
¡Ves, al final depender de otros es mejor!
Mateo Hill director@editorialperegrino.com