¡Ay de los reposados en Sión!
La vida, para la mayoría de las personas aquí en Occidente, gira alrededor del relax, del reposo y del recreo. Durante el día, los trabajadores están con el deseo de que llegue la hora de irse a casa para poder relajarse. Los viernes se habla de los planes para el fin de semana, que suelen incluir un poco de “no hacer nada”. Y habiendo dejado atrás las navidades, por estas fechas los del hemisferio norte empezamos a ver los anuncios en la televisión que nos animan a organizar nuestras vacaciones. Como digo, relax, reposo y recreo. Por supuesto, no estamos contra el reposo. Los médicos nos recuerdan la necesidad de los tres descansos para el hombre: el diario, el semanal y el anual.
Religión a la carta
La cuestión es que el profeta Amós, en el primer versículo del capítulo 6 de su profecía, condena a los “reposados en Sión”. Y es verdad que la gente en general suele reposar en lo referente a las cosas de Sión. Descansan pensando que Dios no existe; o que solo es para “mujeres, niños o débiles”; o que Dios está a gusto con ellos; o inventan su propia religión “a la carta”; o cambian lo que Dios dice para poder estar de acuerdo; o simplemente aplazan pensar en temas espirituales.
Creyentes cómodos
También encontramos a personas que, por decirlo así, habitan dentro de Sión, pero no son de allí. Personas que forman parte de la congregación, participan en las actividades de la iglesia, asisten más que algunos miembros. Y se sienten “cómodos” entre los creyentes, reposando en el hecho de pensar que son buenos “cristianos, evangélicos y protestantes”.
Añorando el mundo
Luego, está el problema de los creyentes que forman parte de Sión, creyentes de verdad, pero añoran el reposo, el relax y el recreo del mundo. El espíritu del mundo todavía tiene una gran influencia en ellos y como piensa el mundo es como piensan ellos. Es muy difícil distinguirlos de sus vecinos y compañeros inconversos.
Relajación espiritual
Sin embargo, lo que seguramente está en la mente de Amós en este versículo es la relajación espiritual. Creyentes que se relajan algo, hermanos que se acomodan en la fe. El primer amor ya ha desaparecido y en su lugar se ve simplemente la rutina. Reposamos demasiado y nos volvemos perezosos en las cosas de Dios. Igual que la gente en el tiempo de Amós, que hacía caso omiso a los avisos proféticos de Dios (v8), a la desaparición de otros pueblos a su alrededor (v2), al declive entre ellos mismos (v6b), para seguir en su comodidad (v4-6a), los creyentes acomodados hacemos lo mismo. No escuchamos con atención la Palabra de Dios; ignoramos el ejemplo de iglesias, por ejemplo en países donde ha habido grandes avivamientos, que han reposado tanto que al final han desaparecido; y no percibimos el declive que hay en las iglesias.
Descuidando los medios de gracia
¿Cómo puede ser que un creyente, tocado por la gracia de Dios, termine así en la apatía y la comodidad? Primero, un descuido general de los medios de la gracia que Dios ha provisto para nuestro bien: la oración, su Palabra, la comunión cristiana y la evangelización, por nombrar algunos. Luego, por tener una fe “minimalista”, es decir, hacer lo mínimo, cumplir y nada más (eso sí que es más cómodo). Y en tercer lugar, tratar con ligereza y ser negligentes en cuanto a la Palabra de Dios: no la leemos con cuidado; la escuchamos sin prestar mucha atención; no dedicamos tiempo a su estudio; no meditamos en lo que leemos y escuchamos en la Palabra.
Nuestra Babilonia particular
Amós empieza el versículo 1 con la palabra “¡Ay!”. Es que están en peligro los que se encuentran en esta situación. Una situación que no es ideal y está lejos de lo ideal que Dios tiene pensado para su pueblo. ¡Ay de nosotros cuando incurrimos en la ira de Dios (v8)! ¡Ay de nosotros cuando nos alejamos de Dios en el exilio de nuestras Babilonias particulares! ¡Ay de nosotros cuando perdemos la bendición del Señor!
Salvos por los pelos
Es verdad, si somos del Señor, no perderemos la salvación que compró Cristo en la cruz: según 1 Corintios 1:13-15 seremos salvos “por los pelos”. Claro, la meta de todo creyente debe ser escuchar las palabras “Bien, buen siervo y fiel…” ¿Pero somos siervos fieles o estamos reposando en Sión?
Mateo Hill administracion@editorialperegrino.com