De Él, por Él, para Él
Nuestra primera falta en el cumplimiento de nuestra tarea es la siguiente: olvidamos que Dios es el Señor; especialmente en uno de estos tres sentidos:
Todo de Él
Que todas las cosas son de Él. Es Él quien promulga las leyes, y es Él quien ha de proporcionar el conocimiento y el respeto de ellas. Y Él es el único cuyo aliento e influencia pueden hacer que los huesos secos y muertos vivan y se muevan. ¡Qué santa y terrible dependencia tendríamos de Él en todo, lo natural y lo espiritual, si creyéramos esto! Pero la fe en ello también ha de provenir de Él.
Todo por Él
Que por Él son todas las cosas. Una vez que Él las crea no pueden seguir existiendo si no es por Él, y tal como son y con los destellos de su imagen que poseen, y sobrevoladas por ese Espíritu que se movía sobre las aguas. Qué abnegación y qué adhesión a Él habría aquí, tanto en lo que es como en lo que no; puesto que lo que es, lo es como en Él, por lo cual, si se pierde, se queda en nada, cuando no en algo peor.
Todo para Él
Que para Él son todas las cosas. No solo es Él el fin último para el que todo ha sido hecho, y hacia quien todo se dirige, sino que el fin que corresponde a todo ser es que Dios sea hecho manifiesto. De un modo u otro, Él mostrará lo que es por todas las cosas que son, independientemente de cuáles sean; todo lo que hay, pues, está a cargo y al cuidado de Él. ¡Qué desapego de nuestros fines y planes humanos y qué sumisión reverente a su voluntad tendríamos si creyésemos esto en la práctica!
Busca conocerle como el Señor en estos tres sentidos, y te será de gran ayuda en el cumplimiento de tu tarea.
Cita tomada de Partícipes de Cristo por William Guthrie
De un sermón de sobre el Salmo 45:11, predicado el 17 de agosto de 1657.
Mateo Hill administracion@editorialperegrino.com