“… Que traducido es…”
El proceso de traducción
Una de las muchas etapas del proceso de editar un libro es la de la traducción, pasar el libro de su lengua original, normalmente el inglés, al español.
Alguno podría preguntar por qué no editar directamente libros en español, y es una buena pregunta porque nos ahorraría mucho tiempo y dinero. Lo que pasa es que si el libro existiera en español no haría falta que lo publicáramos. No existe Editorial Peregrino para duplicar el trabajo de otros; aunque en alguna ocasión hemos visto la necesidad de reeditar algo existente en español porque lo que se ofrecía era de dudosa calidad. Si queremos aportar un libro sobre un tema no cubierto por la oferta existente del mercado, tenemos dos opciones: encontrar un libro en inglés que podría servir, o buscar un autor de habla hispana para encargarle una obra nueva. Lo ideal sería esto último, ¿pero dónde están esos autores? La verdad es que no los encontramos.
Inconvenientes
Así que nos queda la mala opción de la traducción. Digo “mala” porque tiene varios inconvenientes. Normalmente, algo escrito en inglés está escrito en una cultura anglosajona. Los ejemplos son de otra cultura o otro tiempo, y muchas veces chocan. Un ilustración que hace referencia a las reglas de juego del béisbol simplemente no tendría sentido para la mayoría de los lectores no americanos.
Otro inconveniente es encontrar traductores que valgan. Es que no todo el mundo vale para esto. Primero, como es obvio, el traductor tiene que tener un conocimiento bastante profundo de los dos idiomas, casi ser bilingüe. Pero la clave de una traducción es que no debe parecer una traducción, así que no vale un trabajo mecánico como pasarlo por el traductor Babylon de la web. Tiene que leerse como si fuera escrito originalmente en español. Y esto es un arte.
La traducción tiene que reflejar la literatura original. Es que no es lo mismo leer un puritano británico del siglo XVII que un libro popular escrito el año pasado. La traducción debe reflejar estas diferencias de estilo.
A la vez, aquí en Peregrino tenemos nuestro propio estilo. Hay muchas formas de escribir en español, incluso de aplicar las normas gramaticales que salen de la Real Academia Española. Y luego se busca una forma de expresión que no choque a los oídos de los diversos lectores en diferentes lugares en el mundo. Por eso tenemos un documento de veintiocho páginas solo para guiar a nuestros traductores.
Y al tratar de literatura de índole espiritual no podemos mandar las traducciones a una agencia pagana de traductores cuando no tienen ni idea de qué va el tema. El libro vertido al español tiene que desprender todo el calor del original, cosa que solo lo puede hacer uno que entiende de las cosas de Dios.
Está claro que para traducir libros hace falta una persona experta. Y esto cuesta. Tenemos un pequeño equipo de traductores que trabajan con Peregrino. Personas que dedican tiempo a producir algo que da gusto leerlo. Y tenemos que pagarles. Ahí tenemos otro problema. Las traducciones son muy caras. Nosotros no podemos pagar los precios de un traductor profesional especializado. Aun así, en el presupuesto de la edición de un libro el apartado de traducción multiplica por tres o cuatro los gastos de la impresión.
Soluciones
Francamente esto nos refrena. Por supuesto, el gasto de traducción está bien reflejado en el presupuesto de un libro. Pero es un gasto que se tiene justo al principio del proceso de publicación. Entre traducir un libro y verlo en las estanterías de una librería pueden pasar muchos meses. Y es solo al empezar las ventas cuando podemos empezar a recuperar los miles de euros que se han invertido en una traducción de calidad.
¿Cómo podemos solucionar este problema? Pues no hay solución fácil. Si, como dice nuestro lema, buscamos LA EXCELENCIA DE LA PALABRA no podemos buscar atajos. Dicho esto, hay dos cosas que se están haciendo. Primero hay personas que nos regalan una traducción de forma desinteresada. Esto nos ayuda. La pasamos por nuestros revisores y listo: es un buen ahorro. La segunda cosa es una idea que ha surgido de una iglesia para apoyar con donativos mensuales la labor de traducción. La idea no solo es ayudar sufragar algunos gastos puntuales de traducción, sino poder reunir varias aportaciones de diferentes lugares para apoyar a tiempo completo un traductor sin tener que preocuparse cada vez que se traduce un libro en cómo se va a poder pagar.
Pero la gran solución es encontrar esos autores que escriben directamente en español. Ora con nosotros y pide al Señor que nos lleve a conocer autores que podamos publicar, y también que Dios levante nuevos escritores para enriquecer la literatura española.
Mateo Hill administracion@editorialperegrino.com