¿Redescubrió algo la Reforma?
Sin duda alguna, muchos de nosotros habremos hecho referencia en alguna ocasión a las doctrinas y principios “redescubiertos” por la Reforma. Nadie, desde luego, puede poner en tela de juicio la veracidad y relevancia de la idea que con esta expresión se quiere comunicar a los oyentes o lectores. Lo que sí es cuestionable es la forma en que la expresamos.
Que se pueden “descubrir” cosas en todos los ámbitos del saber y la ciencia humanos es innegable. Incluido, por supuesto, el terreno religioso. ¿Pero es posible lingüística y realmente “redescubrir” cualquier cosa de cualquier tipo? En otras palabras, si una cosa está ya descubierta, ¿es posible descubrir la misma cosa de nuevo? ¿Podría, por ejemplo, cualquier multimillonario organizar una expedición con tres carabelas (o tres yates) y “redescubrir” el continente transatlántico, atribuyéndose así el honor de ser el “redescubridor de América?
Sí y no
La respuesta a la cuestión que planteamos no es tan fácil como a simple vista parece: hay división de opiniones. Por un lado, tenemos a nuestros vecinos británicos que en su célebre diccionario de Oxford aceptan y definen lacónicamente el verbo “redescubrir” como “descubrir de nuevo”. De entrada, me causa una cierta extrañeza que los ingleses, tan proclives ellos al reduccionismo silábico, se hayan dejado llevar por la exuberancia con el verbo “redescubrir”. (Téngase en cuenta que en el idioma inglés –formado por muchos monosílabos y bísílabos– dedicar cuatro sílabas a una palabra constituye todo un despilfarro gramatical.) Pero su opinión es tan respetable como cualquier otra.
Aquí en el solar patrio, sin embargo, nuestros lingüistas parecen ver las cosas de otro modo. Consultada la autoridad máxima en estas lides, nuestra inmerecidamente denostada Real Academia, vemos que en su conocido Diccionario el verbo no aparece por ningún lado. Pensando que la Academia pudiera ser excesivamente conservadora, acudimos a nuestra insigne María Moliner, que en general manifiesta una manga bastante más ancha en su Diccionario de uso del español que la de sus sesudos colegas académicos; pero no, silencio total al respecto. Ella, que tantos anglicismos incluye, no se digna a incorporar el verbo ni siquiera con alguna salvedad.
Definitivamente…
Clamando ya por alguna aclaración, acudimos a Fernando Corripio, menos conocido quizá pero bastante práctico. Por fin, en su Diccionario de incorrecciones, aclara nuestra duda. Hallado el verbo “redescubrir” con el asterisco que denota incorrección, D. Fernando sentencia con lógica aplastante: “Es incorrecto, pues sólo se descubre una vez.” Y como ayuda para los perplejos usuarios de la lengua, añade: “Dígase descubrir, restablecer, recordar.”
La disyuntiva, pues, está servida. Los que, influidos por textos ingleses leídos o traducidos, sigan el concepto oxoniense e insistan en hablar de las cosas “redescubiertas” por la Reforma, tienen libertad de hacerlo: ¡no serán multados ni encarcelados por ello!
Los que, guiados por nuestra Academia (¡que a veces tiene razón!), prefiramos hablar de lo que descubrió la Reforma, pedimos la misma libertad, sin que por ello se nos acuse de decir que la Reforma inventó cosa alguna. No, simplemente descubrió lo que había estado cubierto por siglos de tradiciones, oscurantismo y dogmas eclesiásticos.
P.D. Al pasar el corrector ortográfico de mi ordenador al anterior artículo, no me ha aceptado el término “redescubrir” sugiriendo que lo “ignore” (supongo que quiere decir que lo “pase por alto”, pues no puedo negar que lo conozco). Yo he aceptado la sugerencia, ¡pero sólo por esta vez!
Demetrio Cánovas director@editorialperegrino.com
Este artículo pertenece a la serie “La Palabra y las palabras“