Lágrimas bajo la lluvia
Hay muchos que vuelven hoy al trabajo después de la «Semana Santa». Y en la gran mayoría de los lugares de trabajo el tema de las conversaciones será el de la lluvia. ¡Cuántos habrán pasado sus días de vacaciones mirando las previsiones para ver si pueden salir de casa! Y si salen, claro, ¡siempre con el paraguas en la mano!
Y qué decir de las imágenes que nos llegan a través de nuestros televisores desde lugares como Sevilla. Las podríamos denominar «Lágrimas bajo la lluvia». Personas llorando en la calle porque no van a poder ver la procesión. Personas vestidas de nazareno con lágrimas en las mejillas por ver que el trabajo de todo un año se queda sin poder ser coronado por la gloria de sacar su imagen a las calles de su ciudad.
Pero me quedo con la imagen casi cómica de multitudes de «Cristos» escondiéndose de la lluvia, cobijándose dentro para evitar que se mojen. Hasta en Ciudad Real, donde «Jesús» estaba bajo la amenaza de ser desahuciado de la catedral a las calles lluviosas porque tenían que decir misa y no cabía, lloviera o no.
Y luego, no puedo evitar comparar esta imagen patética del Cristo folclórico popular con mi Cristo. Mi Cristo bíblico, fuerte y poderoso. Cristo que fue capaz de ponerse de pie en medio de una tormenta y hacerla callar. Mi Jesús, que es capaz de tranquilizar las olas embravecidas y andar por encima de ellas. El Cristo de la Biblia que creó la lluvia, el viento, el agua y el mar. Un Cristo tan poderoso que en vez de ir por la vida escondiéndose del temporal, reina sobre todo lo que ha creado. Hasta vence a la muerte.
Hay los que quieren convencernos de que las dos grandes ramas de la Iglesia cristiana no son tan distintas, que no hay tanta diferencia entre ellas. ¿Pero cómo puede ser eso verdad cuando la imagen que presenta cada uno del personaje ‘fundador’ es tan diferente la una de la otra. Por un lado, un Cristo patético buscando meterse debajo de un paraguas, y por el otro, un Cristo grande, poderoso, glorioso en su muerte y en su resurrección.
Esta es la imagen que quiero llevarme de esta Semana Santa, cada semana. La de un Cristo cuya gloria no depende de si puede pasearse por las calles. Un Cristo que reina en gloria eterna sentado a la diestra del Padre. Los cristianos evangélicos tenemos un Cristo glorioso, un Cristo que merece ser adorado en espíritu y en verdad, un Cristo que debe ser anunciado a los cuatro vientos, llueva o no.
Tuya es la gloria, victorioso Redentor,
Porque tu la muerte venciste, Señor.
Quitan la gran piedra ángeles de luz,
Y en la tumba el lienzo guardan, oh Jesús.
Vemos que llega el Resucitado ya;
Ansias y temores él nos quitará;
Que su Iglesia alegre cante la canción;
¡Vivo está! !La muerte pierde su aguijón!
¡Ya no dudamos , Príncipe de vida y paz!
Sin ti no valemos; fortaleza das,
Más que vencedores, haznos, Triunfador,
Y al hogar celeste llévanos , Señor.
Mateo Hill administracion@editorialperegrino.com
Gracias Antonio por tomar el tiempo de comentar el artículo. Es verdad, como dice al final del artículo, que la imagen que tenemos como creyentes de Cristo, siendo un Cristo glorioso, nos debe impulsar a alabarle, Y ANUNCIARLE, para que todo el mundo sepa quien es Cristo de verdad y el evangelio glorioso que hay en Él.
Me ha parecido extraordinaria la comparación que se hace de nuestro Cristo, y el Cristo de los católicos.
Que Dios te bendiga herlmano.
Un saludo
Antonia
Gracias hermano, por recordarnos que al mirar a este mundo lleno de tinieblas y en cuya oscuridad están sumergidos todas estas personas que participaban de esta liturgia religiosa, bien podemos decir y publicar algunas palabras denunciando sus actos.. Pero, como siempre; En lugar de salir a la calle denunciar y predicar en contra de sus pecados y hacerles ver por el «Poder de la Palabra de Dios» y el «Poder del Evangelio de Dios que es para Salvación» su situación. ¿Como oirán? .. si no hay quien les predique. ¿Y como se volverán de las tinieblas a la luz?.. así está el mundo.. ¡Nada más que hablamos!…Y nos contentamos en publicar un articulo, y observar la situación desde fuera, y claro que lo vemos, ahora, porque nosotros mismos, no se tú hemos estado en el mismo lugar, ciegos, perdidos y sin rumbo. Pero gracias a la Gracia de Dios que ahora veo; ¡Les animo el próximo año que en vez de irse de vacaciones, ¡vayan, prediquen! que es nuestra misión de vida y nuestra esperanza que Dios por su gracia y su misericordia los alcance al igual que nosotros..Sin animo de ofender a nadie, es una exhortación con amor…vuestro hermano Antonio de Las Palmas de Gran canaria, bendiciones.