La lucha de Wilberforce parecía en todos los sentidos una causa perdida, pero si algo caracterizó la vida de este político fue la perseverancia frente a tantos intereses que hacían de su lucha un esfuerzo inútil. Las propuestas de Wilberforce fueron derrotadas una y otra vez en el Parlamento, hasta que, por un extraño giro de la Providencia, se ganó la votación en 1807, que acabó con el tráfico de personas, del que dependían las dos terceras partes del comercio del país, veinte años después de su primera iniciativa legislativa. La bendita terquedad de Wilberforce nos muestra la necesidad de paciencia y perseverancia, para poder lograr algo de justicia en este mundo.
Sin duda, ningún creyente puede leer esta obra sin que se grabe en su conciencia el poder de la piedad de una manera que permanezca en él durante toda su vida.
España sigue siendo un país pendiente de reformar. Pero esa reforma solo será posible cuando la regeneración del evangelio alcance a sus habitantes e irradie así su luz transformadora.